LA VIVENCIA

 

           

             La palabra "Vivencia” ha sido introducida en el vocabulario español por los escritores de la Revista de Occidente, como traducción de la palabra alemana Erlebinis.

 

            Vivencia significa lo que tenemos realmente en nuestro ser psíquico; lo que real y verdaderamente estamos sintiendo y teniendo, en la plenitud de la palabra "tener".

 

            Voy a dar un ejemplo para que se comprenda bien lo que es la "vivencia".  El ejemplo no es mío, es de Bergson.

 

            Una persona puede estudiar minuciosamente el plano de París; estudiarlo muy bien; anotar uno por uno los nombres de las calles, estudiar sus direcciones; luego puede estudiar los monumentos, que hay en cada calle; puede estudiar los planos de esos monumentos; puede repasar las series de las fotografías del Museo del Louvre, una por una...

            Después de haber estudiado el plano y los monumentos, puede este hombre procurarse una visión de las perspectivas de París mediante una serie de fotografías tomadas de múltiples puntos de vista.

 

            Puede llegar de esa manera a tener una idea clara, muy clara, clarísima, detalladísima, de París.

            Semejante idea podrá ir perfeccionándose cada vez más, conforme los estudios de este hombre sean cada vez más minuciosos; pero siempre será una mera idea.

 

            En cambio, veinte minutos de paseo a pie por París son una vivencia. Entre veinte minutos de paseo a pie por una calle de París y la más larga y minuciosa colección de fotografías, hay un abismo.    

            La una es una mera idea, una representación, un concepto, una elaboración intelectual; mientras que la otra es ponerse uno realmente en presencia del objeto, esto es, vivirlo, vivir con él; tenerlo propia y realmente en la vida; no el concepto que lo sustituya; no la fotografía que lo sustituya, no el plano, no el esquema que lo sustituya, sino él mismo. “ 

Fuente: Fundamentos de Filosofía.- Manuel García Morente.

 

            En mis libros, y en éste en particular, he hecho de la Vivencia, el centro de mi mayor interés...

            No hay tema que no lea o escriba, que no termine con alguna vivencia...

            Tal vez por eso, uso mucho los puntos suspensivos...

            Son los espacios que doy a la vivencia personal, que es, sin duda, lo mejor de mí mismo...

           

            La Vivencia es el acto más creativo y espontáneo, que tengo en mi psiquismo; en este momento, único y concreto...

 

            Vivencia es sentir mi cuerpo, en el dolor y el gozo...

 

            Vivencia es ver, cómo nace en mí el pensamiento...

 

            Vivencia es tener conmigo el nacimiento de un afecto o una amistad.

            Vivencia es ver configurarse dentro de mí, la imagen de un ser querido, como si presente se hallare...

 

            Vivencia es notar la presencia de un recuerdo agradable...

            Vivencia es caer en la cuenta de lo que mis ojos ven, de lo que mi piel siente, de lo que mi oído capta, de los que mi boca come y saborea, de lo que mis manos tocan y palpan...

            Vivencia es también oír la voz de mi conciencia, que me gratifica, aconseja o juzga...

            Vivencia es sentir la presencia de Dios, cuando pasa de largo o entra por casa...

            Vivencia es oír la palabra de Dios, desde el ambón de una Iglesia, cuando es proclamada y la siento proclamada para mí.

            Vivencia es tener como mío, sólo el Evangelio de Jesús y al solo Jesús del Evangelio.

            Vivencia es sentirme Camino, que conduce a otros y me conduce a mí, hacia la Casa del Padre, donde la manifestación de Dios será plena...

            Vivencia es sentirme uno, único y unido a toda la Creación...

            Vivencia es verme y sentirme fundido con Dios, en el Corazón de Cristo.

            Vivencia es sentirme Hijo de Dios o testigo de su amor, como Juan, el Bautista, preparando el camino...

            Vivencia es lo más sincero, profundo y libre que nace en mi y que tengo el valor de expresar, no como lo más mío, si no como una nueva creación de Dios, en mi psiquismo.

           

            Como siempre es creación del Espíritu, es lo más lo valioso, que tengo...Tal vez por eso, repito, la he hecho el centro de mi vida y de mis libros...

 

 

                                                La vida entera es vivencia o no es nada

 

ANTONIO SÁNCHEZ BREÑA

PSICÓLOGO CLÍNICO

 

VIVENCIAS DE UN CÁNCER - II -

 

 

 Edición privada

“Ad instar manuscripti”

Salamanca - Corbacera

 

 

INTRODUCCIÓN

 

            Sigo en estos momentos un segundo libro sobre vivencias o mis experiencias sobre el cáncer y la Quimio, que estoy tomando.

 

            Como otro Buda me digo y os digo: "No creáis nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen; creedlo después de someterlo al dictamen de la propia experiencia, de la razón y a la voz de la conciencia."

            Tal vez sin haber leído antes a Buda, esta práctica se haya convertido en actitud dentro mis entrañas por una mera intuición.

 

            Lo cierto es que lo más me gusta y me ayuda a crecer interiormente es ver, admirar, contemplar y sentir mis propias vivencias.

            Además coincide casi siempre con lo que más gusta y hace bien a mis lectores.

 

            Por eso no he dudado en retomar este segundo tomo sobre mis experiencias sobre la Quimio, en que además estoy ayudando bastante a mis compañeros.

 

            Se sufre demasiado por ignorancia… Incluso en Oriente no se habla nunca del pecado, sino de la ignorancia, que es el gran pecado del hombre.

 

            Por eso no dudo en poner al servicio de los demás las técnicas, que usaba cuando, como Profesional de la Psicología, trabaja con mis pacientes.

            Muchos de mis antiguos pacientes me lo agradecen y alguno ha llegado a recordarme alguna terapia importante que yo les enseñaba.

            Por todo ello, siento una Inmensa gratitud y un mayor deseo de poner todo lo que sé y tengo a su entera disposición.

            Me siento como pez en el agua, cuando pienso en mis orígenes, mi mucho pasado y sobre todo en mi futuro inmediato y sin fronteras.

            Quiero volver a mis ojos de niño para dejarme sorprender, rehacer mi mirada inocente e ingenua de aquel niño que fue, llena de sorpresas y admiración, para empezar a vivir con un nuevo estilo y con más plenitud.

            Quiero vivir bajo el halo de la trascendencia, a la vera de mi mejor amigo, Jesús, para que se me pegue algo de su personalidad y sentido de la vida.

            Consideraré como un día perdido, si no lo he vivido a su lado, en su compañía, con grandes ratos para el silencio y el diálogo.

            Quiero trabajar con Él la recuperación física, psicológica y espiritual de mi querido cáncer.

            En Él tengo puesta toda mi confianza. Él será y es la persona más importante en este asunto.

            En sus manos lo he puesto todo, que Él decida y haga lo mejor… Todo a su mayor gloria…

             Me siento indiferente al estilo de San Ignacio de Loyola, mi gran Maestro…     

            Elijo salud o enfermedad, vida larga o corta, riqueza como pobreza… Lo que Él más prefiera.

 

            Sólo lo que más conduzca al fin y destino para el que he sido creado.

 

 

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LA PALABRA, QUE DIOS ME ENVIÓ HOY...

 

“Yo soy tu luz y tu salvación, ¿a quién temerás?”

 

         La fe me da luz, tu Luz, lo demás es noche cerrada, oscuridad, incertidumbre, muerte…

 

         La noche es confusión, es el Infierno. ¿Por qué hemos cambiado las horas y forma de divertirnos a las horas de la noche?

 

         Entra en la médula del pensamiento “progre”.

         ¡A divertirse, que la vida son dos días! Éste el gran slogan postmodernista, totalmente ateo.

         Y además de noche hasta altas horas de la madrugada…

 

         “Yo soy la defensa de tu vida, ¿quién te hará temblar?”

         Todos conocemos las defensas de la ciudad de Ávila: Sus 88 torreones, el refuerzo de sus puertas, su Catedral, como gran torre defensiva. Ávila, la de los caballeros, nunca ha sido conquistada ni abatida por nadie en la Historia.

 

         Dios es mi defensa, mi roca, mi muro, mi alcazaba, mi torre inexpugnable…

         Su brazo me defenderá de mis enemigos, de mis debilidades, de mis enfermedades, de mis errores, de todas mis flaquezas…

 

         “Esto te propongo, para que me busques con empeño: Habita en mi casa por los días de tu vida, disfruta mi dulzura, al ser capaz de tener presente mi Verdad”.

         ¿Cómo habitar en tu casa, Señor, si ya Tú has tomado posesión de la mía?

         ¿Si ya el Espíritu Santo es huésped estable y permanente en mi morada?

         Aún no he descubierto esa dulzura, que sólo te reservas para tus grandes e íntimos amigos…

         Pero nos llamas a todos… Tal vez no sepamos acoger tus dones con la suficiente humildad, deseo y calor de enamorados.

 

“Disfruta de la alegría que te propongo, en tu historia y en tu vida”.

         Ya no dudo de tu alegría, al ver la gran mentira que me rodea de este mundo materializado y hueco.

         “Espera en mí, sé valiente, ten confianza y fíate de mí”…

         Dios es el único que puede acallar mi indefensión, mi pobreza, mi debilidad y flaqueza.

 

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CURAD A LOS ENFERMOS…

 

         “Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia.

         Les dijo: "Vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, echen fuera a los demonios.         Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente".(Mt. 9,1-ss).

 

         Para meditar estas palabras uno se debe descalzar, caer de bruces ante el Señor y proclamar a voces y con inmensa gratitud, todo lo mucho que Dios ha puesto en nuestras manos.

 

         Como el Padre me envió desde el Cielo, así os envío Yo, con los mismos poderes y autoridad.

 

         Con la fuerza de Dios, sobre los espíritus invisibles y sobre las enfermedades físicas, más horrorosas.

         Todo mi poder y autoridad lo pongo en tus manos, no porque tengas más méritos, que otros que te rodean…

         Sólo porque te miré de una manera especial. No me preguntes ¿por qué?.

 

         Te elegí de una manera especial, ordenándote sacerdote, en 1965, al acabar el Concilio Vaticano II.

         Lo sé y no sabes ¡cómo te lo agradezco, Señor!

         Luego, no pude vivir tu Sacerdocio encarnado en el mundo, como Tú me pedías.

         Todo se retrasó 50 años. Tal vez con el nuevo Papa podamos ver la renovación de la Iglesia, la Iglesia de los pobres, de los descarriados, de las prostitutas y de los perdidos.

         Todo lo dejo en tus manos. Precisamente ahora, que tenía vivas las nuevas esperanzas del papa Francisco, me das un cáncer serio, que necesita un milagro para curarse. Lo espero de Ti.

         Mientras usaré, gratuitamente, los poderes de sanar, curar y salvar, primero, a mis hermanos y sólo después te dejo que hagas lo mismo conmigo.

         Sé que lo harás, porque va a favor de tu bondad infinita, de tu inmensa generosidad y en beneficio de tus hijos, tu gran amor desde toda la eternidad… Pero todo, si es tu voluntad, no la mía.

         Dejo mis planes en tus manos. Los dejo en las tuyas, sabiendo que Tú harás siempre lo mejor. Desde hoy, 6-12-15, no tocaré más el tema.

¡Lo dejo ya como concedido y terminado!

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LA EXPERIENCIA DE DIOS

 

         A Dios no podemos llegar de frente, con los ojos bien abiertos, porque nos cegaría.

         A Dios se le llega, por lo pequeño, lo humilde, lo insignificante, por la pobreza interior.

         Dios es visible (Cristo Encarnado y Resucitado) e invisible, en su esencia divina.

         Por lo tanto podemos verlo, si es para gloria de Dios y bien propio o del prójimo, como Él considere oportuno, como ya hizo con muchos Santos.

         La experiencia de Dios, la vivencia de Dios, es algo que todo hijo de Dios, debiera pedir y desear, porque solos los que han tenido esta experiencia pueden ser sus testigos, con todas las consecuencias.

         Porque hoy lo que más necesitamos son testigos de lo invisible, de lo sobrenatural, de esa esfera o nivel superior, que trasciende el espacio y el tiempo. La esfera de los divino y eterno.

         La verdad es que no conocemos a Dios en sus planes de amor y generosidad, para con sus hijos.

         Antes de pensar en la creación grandiosa y expansiva, que nos envuelve, pensó en sus brazos y en su corazón:

          ¿Cómo demostrarnos su amor infinito de Padre, Hermano y compañero de nuestras almas, habitándonos?

         Para ello escogió el camino de la desnudez, de la verdad, de la nada, de lo pequeño y humilde, para elevar al hijo, por encima casi de su dignidad de Dios. Por eso siempre que uno se siente, se ve, se experimenta pobre, pecador, nada ante Dios, Dios se arremanga, se ciñe la toalla, se arrodilla y se pone a servirnos en el banquete del Cielo los platos más maravillosos, que se inventaron en la cocina de los ángeles.

         La vivencia de Dios, la experiencia de Dios, sólo llega, pero llega siempre, si en mí hay un acto de reconocimiento de mi nada, de mi esencia de pecador, de mi confianza en la misericordia del perdón de Dios, de mi descanso y entrega en las manos del amor de Dios… ¡Total y absoluta!

         Tengo que dejar libre al amor, a la generosidad de Dios, para que obre según su corazón, según sus deseos más íntimos, en favor de sus hijos…

         Dios ama, pero sin sombra de egoísmo. Ama, porque dando, se es más feliz… Y hace más felices a quienes ama…

         Siempre que vivamos y experimentemos la humildad y pobreza de nuestra naturaleza humana y la grandeza y dignidad, que nos da el puesto de hijos de Dios, sólo entonces tendremos la auténtica experiencia de Dios.

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LA HUMILDAD, LA ÚNICA SABIDURÍA CON VALOR

 

         En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo y dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. »

         Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. (Lc. 10. 21-24)

         "Yo te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeños.”

         El juicio y valoración de Dios se distancia mucho del nuestro. Para Dios no existen los instruidos y los iletrados, los fuertes y los débiles, los conocedores y los ignorantes. No busca a las personas más capaces de la tierra para darse a conocer, sino a las más pequeñas, pues sólo estas poseen la única sabiduría que tiene valor: la humildad.

         Las almas humildes son aquellas que saben descubrir la mano de Dios en todos los momentos de su vida, y que con amor y entrega total se abandonan con todas sus fuerzas a la Providencia divina, conscientes de que son hijos amados de Dios y que jamás se verán defraudadas por Él. La humildad es la llave única que abre la puerta de los secretos de Dios. Es la gran ciencia que nos permite conocerle y amarle como Padre, como Hermano, como compañero y Amigo.

         Ser pobre, sentirme poca cosa, nada ante Dios, es cosa mía, admitiendo mi realidad ontológica, mi contingencia, mi realidad cero, sin Dios.   Con esta base existencial estoy en el buen camino de la sabiduría de Dios, que se siente atraído por lo sencillo, lo humilde, lo débil, por el necesitado.

         “Nunca soy más fuerte, que en mi mayor debilidad”, solía decir San Pablo.

         Por eso la enfermedad, la debilidad extrema, mi cáncer, es el gran regalo de Dios, en el momento presente, para que sienta mi debilidad, mi fuerza y mi grandeza ante Dios.

         A mí que me atrae tanto el ansia de saber, viajar, conocer, intimar, debo cambiar de rumbo en las ganas del saber.

         Debo saber, saboreándolo todo más, mi pequeñez, mis debilidades, mis flaquezas, mi nada a la luz del amor loco e infinito de un Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, compañeros de camino.

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DEPRESIÓN SUPERADA

 

         En la segunda semana de la 3ª corrida de Quimio, me salió al camino un torete molesto y desagradable, si los hay.

         Hasta ahora había visto, como natural de la medicación esa especie de colitis, sin dolor, que tuve desde el primer día de la Quimio.

 

         En esta ocasión fue más severa y devastadora. Tuve que pedir ayuda al Oncólogo de Guardia y suprimimos el Xeloda 500, en tres tomas.

         Mejoró la situación física, pero lo psíquico había caído en un hondo bajón, sin fondo, propio de una auténtica depresión, sin ganas de comer, ni de beber, ni de hacer nada.

         Tardé en caer en la cuenta de la triste compañía que me había echado y eso que ¡soy Psicólogo y he trabajado y curado tantas depresiones!

         ¡Me explico y siento ahora en mis carnes el dolor y sufrimiento, que tantos profanos en estas lides, habrán sufrido en su Quimio!

         Diagnosticado el mal, me puse a revertir los estados de ánimo de negativos en positivos, a través del Relax, la proyección de imágenes, las sensaciones y los sentimientos, que son el lenguaje del Subconsciente.

         Como éstas son técnicas bien conocidas por mí, en cuestión de una hora me hice con la normalidad positiva en mi psiquismo.

         La tristeza, el desánimo, el abismo, que llama a otro abismo mayor y sin fondo, propio de toda depresión, habían desaparecido.

         Si sigo con la Depre, aunque camuflada, unos días más, me hubiera hundido del todo.

         ¡Qué importante es pedir ayuda, cuando se necesita, orientación y apoyo en la extrema debilidad y no tan extrema!

         Hoy ya me encuentro de nuevo luchando con serenidad ante este buen amigo de la Quimio.

         Termino esta vivencia, con otro síntoma nuevo que me surgió anoche, al cambiarme de ropa y ponerme el pijama: Al irme a la cama sentí en todo el cuerpo, pero sobre todo en el pecho, estómago y vientre una tiritona, que hasta los dientes castañearon a su gusto.

         Lo bueno de esta tiritona es que no venía con dolor, sólo con una angustia inmensa, porque me llegaban los recuerdos de aquellos momentos terribles de contracciones musculares, que ya había conocido antes.

         Todo pasó dando más calor al cuerpo con la calefacción y más oxígeno al alma con ideas positivas, en sesión de relax profundo y proyectivo, donde cambié mi estado de ánimo.

 

 

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CUANDO DIOS TE TOCA, TE CURA

 

         Hoy, en la Eucaristía, fiesta de San Juan de la Cruz, he tenido una vivencia, que no puedo ni quiero olvidar.

         Cuando se toca el tema de la fe, uno se topa siempre con el misterio de la bondad y el poder de Dios…

         Me pasó así… Cuando iba a comulgar y tener al Señor entre mis dedos, se me ocurrió decirle: Señor, ¿caes en la cuenta, que me estás tocando, que de tu cuerpo salía y sale una fuerza de sanación especial (Si no que se lo pregunten a la Hemorroísa) y que yo tengo o tenía un cuerpo enfermo, que sólo Tú puedes revisar y ver cómo está?

         Lo que sí te puedo decir, Señor, es que he sentido esa fuerza y que veo que mi cuerpo es otro, que está sanado, de verdad y enteramente.

 

         El Señor, es tan padrazo y tan bueno, que sí, me dijo con su mirada y gesto de la cara.

 

         Estoy que no cojo de gozo, de alegría y de gratitud, por tener tan cerca a un Dios, que es mi mejor amigo, mi más cercana compañía y el mejor de todos los padres del mundo.

         ¡Cuán alejados vivimos de esta realidad!

         Siempre he dicho a mis pacientes, que existen tres realidades o problemas en la vida que no tienen solución, si no entra la fe de por medio.

         Son: El dolor y más en niños inocentes, la enfermedad, sobre todo, la terminal y la muerte.

         El cáncer no es más que una enfermedad crónica, grave y muy seria, pero que no tiene por qué ser terminal. Y aunque lo fuera…

         Ante estos tres problemas la fe, puro regalo y don de Dios, se pone de rodillas ante Dios, la nada ante el Todopoderoso, lo pequeño, el pecador, el inútil ante la Santidad y Bondad infinita, se miran a los ojos, se comprenden y se funden en sentimientos de amor, de un Padre enamorado de su hijo, como todos los padres y madres bien nacidos, y de un hijo que pone su destino en el corazón de su padre, que sabe que tiene manos y poder para curar cualquier enfermedad o problema.

         Yo no sé ni puedo nada, pero tengo a mi lado a quien lo puede todo, lo sabe todo y lo puede curar y arreglar todo.

         Sólo se necesita que me entregue a Él con la confianza de un niño en los brazos de su padre, para que Él haga lo mejor y que le deje las manos libres, para que Él resuelva el problema en el tiempo, la forma y hora más favorable, según los planes de Dios, que serán los mejores para nosotros. ¡Todo queda en las mejores manos!

¡Problema resuelto!

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QUIEN CONFÍA EN EL SEÑOR…

 

         Nunca queda defraudado…

         Lo dicen los Profetas, los Salmos, San Pablo, la Virgen en el Magníficat, todos los Santos, nuestra propia conciencia y nuestra fe en Dios.

         Pero, ¿quién confía de verdad en el Señor?

 

         El que sufre, el enfermo grave, el que está metido en un conflicto, del que no sabe salir, el débil, el pobre, el sin papeles, el apátrida, el sin techo, el flacucho y sin fuerzas, que está al borde de la desesperación o de la muerte…

         Ahora comprendo mejor el sufrimiento, a los pobres, a los desvalidos y a los enfermos…

         Son benditos de mi Padre, porque se acuerdan de Él, necesitan de él, están más cerca de Él.

         ¡Bendito cáncer mío, que tantos bienes me está acercando a mi vida!

         Ante todo, me ha puesto en mi sitio: Un pobre hombre, que no tiene nada propio, ni la propia existencia, ni la tierra que pisa, “el sin tierra”, ni las ganas de comer, ni de beber ni de vivir…

         Sólo la fe y la confianza en Dios y en mi madre, la Virgen, me han sacado de este pozo sin fondo, que es la Depre.

         A mis 80 años miro hacia atrás y todo lo que he hecho lo veo, como no hecho por mí, estropeado muchas veces por mis prisas, enderezado y llevado por una mano Superior, que es la que me ha orientado, guiado y querido siempre a lo largo de mi vida.

 

         La vida que he vivido, nunca fue la que yo pensé. Tal vez me adelanté 50 años a mi tiempo

.

         Ahora estoy viviendo los mismos sentimientos y vivencias, que tuve recién ordenado sacerdote en el año 1965.

         Y cuando estos sentimientos y gozo me inundaban, me llega el cáncer.

         No te entiendo, Señor, pero como siempre sabes mejor que yo lo que más me conviene, me dejo y pongo en tus manos.

 

         Tal vez la enfermedad me ha metido más en tus planes y me ha sacado de los míos.

         ¡Quien confía en el Señor, nunca queda defraudado! ¡Lo sé por experiencia!

         Confío en Ti, me fío de Ti, me entrego a Ti y dejo en tus manos mi enfermedad, todos mis planes sin concluir, todos mis sueños sin realizar… ¡Tengo tantos aún, que nunca me creí que me iba a morir tan pronto! Todo lo pongo en la balanza de tu voluntad y no en la mía.

    Dame sólo tu amor y gracia, que ésta me basta.

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¿DÓNDE ENCONTRARME CON DIOS?

 

         Lo normal, en la oración, pero no en la oración de mercadeo, del doy para que me des… Tampoco en la oración de aislamiento, que no se implica en la vida.

         Mi encuentro con Dios debe, ante todo, tener mucho de fe, mucho de entrega, mucho de silencio y mucho de corazón.

         Para el P. Arrupe, s.j. el mejor sitio de encuentro con Dios es el corazón humano, pero para llegar a él, hay que acoger y llenarse de mucho silencio interior en el alma.

         Porque estamos rodeados de un mundo de ruidos, de mucha tentación y de mucho riesgo…

         “No nos dejes caer en la tentación”… Nos decía el Maestro en su oración predilecta.

         Y es que este mundo de tentaciones nos crea incertidumbres buenas, porque nos mantiene en la pequeñez y humildad de nuestra condición humana.

         Un mundo de seguridades, no crea más que arrogancia y soberbia. Todo lo contrario a Cristo.

         Incertidumbre, cuando llegan los discípulos de Juan… Jesús no responde directamente…     Recurre a los hechos, a los acontecimientos: “Los ciegos ven, los cojos andan, los pobres son evangelizados”… Que ellos encuentren la salida.

         Sólo el día en que yo tenga los ojos tan claros y limpios, que pueda ver al Señor en los acontecimientos más sencillos del día y en las personas, con que me cruzo en el camino del día a día, ese día podré arrodillarme ante cualquier persona o acontecimiento, porque estoy, veo y siento al mismo Dios en el hermano y en el acontecimiento…

         Porque el Señor viene a mí en el silencio del corazón, es verdad, pero también a través de todo encuentro humano y de todo acontecimiento, que me llega y toca el alma.

         Esta dimensión de la oración, convertida en encuentro con Dios, con los acontecimientos  y con  los hermanos, que veo cada día, convierte mi vida en una dimensión nueva, la trascendente, que no es otra que la que vivía, día a día, Jesús de Nazareth.

         Hoy que se habla tanto de la violencia machista, en que cada día vemos a nuevas víctimas, ya van, con hoy, 53 este año, ¡qué poco se dice y se reflexiona sobre la raíz y origen de este mal!... La falta de respeto, de Moral y Ética…

         Hemos arrancado de esta sociedad postmodernista toda clase de Ética y Moral, toda clase de visión trascendente del hombre y estos son los resultados: Más muertes, más palos al aire

  ¿Cuándo Europa volverá a recobrar sus valores?

 

 

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SI ME AMAS…

 

         Si me amas, mi Padre te amará y vendremos a ti, haremos nuestra morada en ti y estaremos contigo hasta el final de los siglos.

 

         He estado estos días preocupado en cómo y dónde encontrarte…

         Te encontré en el silencio de mi corazón, en la Eucaristía, en los acontecimientos diarios y en el prójimo, que se cruza en mi camino diario.

 

         Hoy me hablas de habitar dentro de mí, de estar conmigo, no solo para pasar un rato conmigo, charlando de nuestras cosas.

 

         Me da una alegría inmensa saber que te tengo conmigo, que estás viviendo conmigo desde toda la eternidad, porque desde siempre pensaste en mí y me amaste, sin ponerme condición alguna.

 

         Estar con Dios, vivir con Dios en el silencio del alma, no existe don ni regalo mayor en el mundo.

         Cuando cierro los ojos, para fijar mi mirada en tu rostro, me sale la sonrisa más dulce, clara y gratificante del mundo, porque es el reflejo de la luz de tu bondad.

         Toda la dignidad, grandeza y valor del ser humano está enraizada en esta cercanía y consanguinidad entre Dios y el hombre.

 

         Desde el día del Bautismo, Dios y yo compartimos parte de nuestro ADN.

 

         Todo lo que tengo de sentido y valor trascendente es propio de la Naturaleza divina, es propio del ADN de Dios.

 

         Todo lo que tengo de hijo, de familia de Dios, de derechos humanos y divinos, son propio del mismo ADN.

         Son puro regalo y don de Dios a sus hijos.

 

         ¿Qué más puedo yo desear, qué tiempos y años puedo yo echar de menos o añorar mejores?

 

         “Si me amas, Yo te amaré y vendremos a ti y haremos morada en ti, para nunca apartarme de tu lado, para vivir ya de por vida contigo”

         Dios ha hecho una elección, desde toda la eternidad, quiere habitar conmigo bajo el mismo techo y en la misma morada, que yo respeto… Y me pongo a su entera disposición.

         Dios no se quiere separar de mi compañía, está claro, ni yo tampoco de la suya…

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ANTE EL PESEBRE

 

         Hoy es un día grande, en la plenitud de los tiempos, donde la Historia se para y se divide en dos.

         Ya todo será antes de Cristo y después de Cristo (a.c. y p.c).

 

         Y todo removido y cambiado por la debilidad de un niño, pero que tiene sobre sus hombros el poder y los años de un Dios.

 

         Mi Niño de Belén, mi Dios a tiro de piedra y con el hombre a tiro de Dios.

        

         El Dios misterioso y oculto durante millones y millones de siglos, se ha hecho palabra, el Verbo de Dios, la última palabra de Dios.

 

         Según el Teólogo jesuita Rahner, «Cuando decimos ‘es navidad’ estamos diciendo: ’Dios ha dicho al mundo su última, su más profunda y hermosa palabra, en una Palabra hecha carne’ […] Y esta Palabra significa: Os amo a ti, mundo y a vosotros, seres humanos». Nos ama a ti y a mi…

 

         Me siento en un rincón de este establo, en silencio profundo y veo lo que pasa en la estancia.

         En la mente más sana y profunda de la Humanidad, escucho el silencio de la debilidad e indigencia más extrema:

         Un Niño tirita de frío, sin medios ni poder para protegerse.

         En las manos que hicieron la Tierra y el Universo, no veo más que titubeos, ignorancia total, impericia asombrosa, impotencia…

         No grita, no llora, no quiere hacerse presente, llamando la atención.

         Con María, su madre, parece un niño cualquiera, igual en todo a otro niño, aparentemente, pero con unos valores y contenido, que rompen el molde.

         Se hace carne de niño, para crear ternura y proximidad; tan pequeño para llegar a las puertas de nuestra intimidad y pedirnos permiso para entrar.

         Quiere ser el Rey de Universo y de los hombres, a través del encuentro personal e íntimo. No es un revolucionario populista.

         Sólo desde el rincón de este establo, quiero Señor, acercarme a Ti para no separarme nunca.

         Que el nuevo año sea el de la cercanía, el de la intimidad, el del encuentro constante, prolongado e íntimo entre los dos.

         Y si Tú quieres que este sea mi último año por estas tierras, me pongo en tus manos… Haz lo que tú Corazón te diga… Deja obrar a tu corazón, que yo estaré de acuerdo con él…

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EN TI VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y EXISTIMOS

 

         Por más que yo lo quiera, por más que yo lo intente, nunca podré salir de tu mirada, de tu protección… Nunca podré salir de tu cuidado y arrimo.

         Porque en Ti vivo las 24 horas del día, junto a Ti camino, en mi corazón te llevo…

 

         En Ti me muevo…

         La vida es movimiento y Tú creas esa fuerza, esa movilidad, esa pasión, que me hace echarte de menos, cuando me alejo de Ti.

 

         Moverme contigo, trabajar contigo, luchar contigo, padecer contigo es un encanto de vida, que estoy descubriendo en estos meses.

 

         ¡Pero qué mala cara tiene el dolor!

         La verdad, que yo a penas lo conocía, pues Tú, Señor, has sido siempre muy bueno conmigo.

         Ni una simple gripe ni un dolor de cabeza desde los 15 años, hasta mis 80. ¡Se dice pronto!

 

         Tal vez por eso mi primer saludo mañanero sea: ¡Gracias, Gracias, Gracias, Señor, por el nuevo día, por el milagro de la vida, de la salud y de la existencia!

         Hoy te doy gracias también por el dolor, por la debilidad, por la flaqueza física, la desgana, las ganas de vomitar, los calambres, las colitis, por el frío metálico que siento en mis entrañas…

         Por todo mi dolor te doy gracias, Señor.

 

         En Ti existimos…

         Aquí tengo una luz nueva: Según la Filosofía Escolástica (de gente muy lista) la existencia no es otra cosa que una “continua creación”.

 

         Y si esto es así, que lo es, ya estoy metido en el mundo de Dios, de la trascendencia, en el mundo de los milagros.

         Porque ¿Quién me puede negar que no es un milagro, que yo en cada instante que existo, soy creado de la nada al Ser, a la existencia, por la mente, voluntad y corazón del mismo Dios?

 

         Mi existencia es el milagro del corazón de un Padre, que quiere tanto a su hijo, que lo está creando y recreando en cada instante, para hacerle mejor y más feliz.

 

         Y si estoy metido en el mundo de las posibilidades extremas, de los imposibles, estoy cerca de la mano que me puede tocar, curar y salvar de mi enfermedad.

         ¡Sólo está esperando que yo me deje curar!

¡Señor, que vea, límpiame!

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¡SÓLO CON QUE ME MIRES, MARÍA!

 

Si tú no te vuelves hacia mí,

¿quién se acordará de mí?

Si tú no me miras,

Jesús que tiene sus ojitos clavados en los tuyos, no me mirará.

Si tú me miras, El seguirá tu mirada y me verá

y entonces con que le digas

“¡Pobrecito! necesita nuestra ayuda!”

Jesús me llenará de su amor y de tu amor

y trabajaré mucho por El y por Ti,

haré que todos te amen

y amándote se salven.

¡Madre! ¡Y sólo con que me mires!“

 

         He rezado esta mañana esta oración del P. San Alberto Hurtado, S.J. y me ha llegado al alma.

 

         Pensé en la fuerza de una mirada, sobre todo, si es de una madre y Tú eres mi madre…

 

         Nadie olvida, de por vida, el brillo y la trasparencia de unos ojos de niño.

 

         Muchos menos uno puede olvidar los ojos tiernos y acogedores de una madre.

 

         Y menos aún, si esos ojos de madres son los de la misma madre de Dios y madre nuestra.

 

         Os confieso que cuando encuentro un pequeño rastro de este milagro en un ser humano, me paro a admirar, contemplar y disfrutar de la belleza más tierna y bonita que aún nos queda en este Valle, maravilloso y lleno de ternura.

        

         ¡Madre! ¡Y sólo con que me mires! No hace falta que hagas nada. Lo hará Él con tu mirada…

         Suelta las manos de ese Niño, que llevas en tu regazo, para que hagan lo que le están pidiendo sus sentimiento y su corazón.

         En este año Jubilar de la Misericordia, ¿cómo no me va curar, cómo va a mirar para otro lado, cuando pase delante de mí puerta?

         Imposible… Por eso hoy, apoyado en tu mirada, Madre y en la infinita Misericordia de tu Hijo, doy por hecha y por celebrada mi curación en este año Jubilar…

         Si todo entra en tus planes, que entrará…

         Estás tan cerca y vives tan a mí lado, que no te cuesta más que extender el brazo, tocar mi herida y curarme.

         Sólo con que me mires, María, sólo con que me mires, Jesús, quedaré limpio y curado, de cuerpo y alma, en este año Jubilar de la infinita Misericordia del Padre, del Hijo y del E. Santo!

 

¡Como así lo deseo, así lo espero!